Siguiendo las antiguas rutas de los galanzieri en el lejano oeste de Cerdeña se descubre una tierra para visitar lentamente, sin prisa, olvidando los ritmos freneticos de la cotidianidad.
Aqui es facil perderse en los espacios infinitos de la naturaleza, huir de los ritmos desenfrenados para sumergirse en la calma, apagando el caos mediático y sustituirlo con silencios olvidados y auténticos.
Un pasado minero
No ha sido siempre así.
Es un continuo ir y venir, un griterío ronco que se mezcla con el ruido de las olas, el chirrido de los carros, el paso decidido y pesado sobre las pasarelas largas y estrechas, sacos de minerales que se derraman en las bilancelle (tipo de barco de vela) y el palo que despunta hacia el cielo, listo para tirar sus mandobles a un viento incesante y caprichoso que no deja de molestar a las nubes y a las gaviotas.
Corría el ano 1851 y desde los puertos de Portoscuso y Fontanamare partían hacia el puerto de Carloforte los primeros 11.000 quintales de galena y cerusa. En pocos años, a estos dos puertos se añadieron también los de Buggerru, Nebida, Cala Domestica.
Desde Carloforte, que a finales de siglo XIX era el segundo puerto de Cereña por numero de barcos y toneladas de mercancía en tránsito, el mineral llegó a toda Italia y toda Europa.
Los galanzieri
De esta manera da comienzo la epopeya de los galanzieri: los pescadores de Sulcis Iglesiente se lanzan, con sus barcos, en el nuevo comercio dedicado al transporte de la “galanza” (mineral de plomo).
Mucho cansancio y poca gloria para un trabajo que terminó inexorablemente en los primeros decenios del año 1900, pero que ha dejado escrito en el fondo del mar, en los mapas, en los lugares y en el corazón de quien hoy narra este pasado, tantos recuerdos y tanto orgullo.
Se podrìa seguir esta antigua ruta de los galanzieri a empezar desde Portoscuso, antiguo puerto de pescadores, de atún y coral, actualmente puerto turístico.
Se sale por la mañana en dirección a Buggerru. Situado entre Capo Pecora y la larga playa de fina arena de Portixeddu y San Nicolò.

El pueblo de Buggerru (llamada en el 1800 la pequeña Paris) está rodeado de pueblos mineros, enderos y galerías . La Gallería Henry es realmente espectacular y se puede visitar.
Un poco más allá , en el territorio de Fluminimaggiore, nos encontramos con diferentes vestigios romanos como el templo de Antas, rodeado de montañas y bosques.
Entre fiordos y acantilados
Volviendo a la costa y dirigiéndose hacia sur hay el pequeño fiordo de Cala Domestica, anunciado por la maciza torre de guardia ubicada en el acantilado.
Esta enseñada es un verdadero paraìso para los amantes de la navegación en yate y está reparada de los vientos del sur y del suroeste, dando acceso a dos espléndidas playas.
Llenas de gente durante la temporada alta ,lugares tranquilos y mágicos que explorar en la temporada baja.

Pasadas las bahías de Porto Sciusciau y Porto Canal Grande, alcanzable solo con senderos o desde el mar, se llega al imponente y sugerente acantilado de Pan di Zucchero. Fondear aquí permite visitar Porto Flavia, obra minera espectacular, que , gracias al futurista sistema de carga descarga de los minerales de las galerías directamente al mar, contribuyó a la desaparición de Los galanzieri.
Antiguas minas
La ruta sigue delante de pequeñas ensenadas poco protegidas por el mistral como Porto Cauli, Porto Corallo y Porto Banda hasta los acantilados de Nebida y los restos de la Laveria la Marmora construida en 1897. Piedra y ladrillos a la vista cubren con arcos y escalinatas la base del acantilado rico de minerales que van desde el violeta y amarillo hasta el blanco.
Un poco más allá se encuentra las playas de Funtanamare, Plage Mesu, Porto Paglia, los acantilados de Capo Altano y Porto Paglietto, donde muy cerca encontramos una antigua almadraba de siglo XVIII restaurada con fines turísticos.
Las islas de San Pietro y Sant’Antioco están en frente.
En Carloforte, así como en Calasetta, ancladas en los embarcaderos se ven hoy nuevas y inmaculadas bilancelle. De Los galanzieri queda solamente el recuerdo y pocas originales : entre ellas la mas antigua es il Machiavelli (1869).
La bilancella
Es una barca de origen ligur; es de madera, realizada con tablas de pino de Alepo , de 8 a 12 metros de largo y 5 metros de ancho con vela latina y palo inclinado hacía la proa, completamente con cubierta. Tradicionalmente el casco se usaba como bañera-vivero para transportar, todavía vivos, las langostas y los mariscos al mercado. Con el transporte por mar de los minerales, incluso la construcción naval se adaptó: un largo bauprés permitía el uso del foque y con las velas desplegadas se alcanzaban altas velocidades. El tonelaje variaba desde las 12 hasta las 22 toneladas.
Bibliografia Los galanzieri
“Itinerarios slow en el Sulcis Iglesiente. Provincia de Carbonia Iglesias “